Uno de los constantes problemas que tenemos quienes nos gusta tejer es que acumulamos muchos materiales. Tenemos tantas ideas en la cabeza de lo que nos gustaría hacer, que resulta casi imposible centrarse en un solo proyecto y, por eso, caemos en las compras compulsivas de lana para hacer todo lo que queremos.
Pero eso no es todo. Cuando terminamos un proyecto siempre quedan restos. A veces más, otras veces menos, pero siempre quedan esos ovillitos dando vueltas esperando su oportunidad. Y muchas veces, esperan eternamente…
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